Ensayo de psicología
comunitaria
Posiciones de la Psicología Comunitaria ante las políticas
sociales En este punto revisaremos los antecedentes y las diversas posturas
existentes sobre las políticas sociales. En particular, consideraremos los
puntos de desacuerdo y las potenciales vinculaciones en cuanto a la ética y los
valores subyacentes a las intervenciones, las estrategias de intervención y los
modelos conceptuales de referencia. Desencuentro en el plano de los valores y
de la ética Sánchez (2007), desde una perspectiva europea de la intervención
comunitaria, señala que la implicación del Estado en el abordaje psicosocial de
los problemas sociales necesariamente genera (en diversos espacios y momentos)
la primacía de una lógica "de arriba abajo" que es propia de las
políticas sociales estructuradas a partir de una racionalidad técnica por sobre
una racionalidad comunitaria de base. Esta situación da cuenta de que, en los
procesos de institucionalización o de inserción de las prácticas de
intervención psicosocial y comunitaria, surgen tensiones entre estas lógicas y
los énfasis propios del trabajo comunitario.
En primer lugar, la noción, planteada dentro de la tradición
marxista (o neomarxista), que las concibe como instrumentos al servado de la
reproducción del modo de producción capitalista. O bien, en forma
complementaria, como instrumentos o espacios de lucha de clases que nacen del
creciente poder de presión y de los esfuerzos de la clase trabajadora, de
manera que, desde esta perspectiva, las relaciones de producción capitalista y
la contradicción capital/trabajo explican la emergencia de los Estados de
bienestar y las funciones y la namraleza de sus correspondientes políticas
sociales. En segundo lugar, las conceptuaiizaciones provenientes de las
diversas tradiciones estructurales y funcionalistas, weberianas, positivistas,
que han orientado sus análisis en una dirección empirista buscando generar
modelos explicativos o causales de las políticas sociales y del surgimiento de
los Estados de bienestar, centrándose en la fuerza explicativa de
"variables" como el nivel de industrialización, la presencia de
partidos de izquierda en el gobierno, el desarrollo de las burocracias
estatales modernas o de los derechos de ciudadanía, etc. Finalmente, las
surgidas hacia finales de los años ochenta, instaladas y desarrolladas
fundamentalmente a partir de los planteos de Esping-Andersen (1993), quien define
las políticas sociales en relación con los grados de desmercantilización, es
decir, en función del proceso que ocurre como efecto de que los Estados
aseguren derechos sociales que, a través de políticas universales, permitan a
los ciudadanos resolver sus necesidades fuera de la esfera del mercado.
Relevancia de las prácticas sociales en la configuración de
intervenciones sociales Partiendo del planteo de Martinic (1998), y llevándolo
al análisis de la constitución de intenxnciones en el marco de las políticas
sociales, consideramos que toda acción interventiva, en la medida en que
necesariamente se despliega en un horizonte social y cultural, debe entenderse
como una forma de acción determinada por las condiciones en las cuales se
desarrolla, y smiultáneamente, como un proceso de carácter estructurante que
permite generar cambios en el contexto mismo o en la situación en la cual se
estructura. En otras palabras, dada la particular relación de simultaneidad
entre las estructuras externas y las orientaciones subjetivas en los procesos
de configuración de una acción, las representaciones y las categorías de
pensamiento a partir de las cuales los actores técnicos (y, en general, todos
los participantes en una acción) estructuran su quehacer se relacionan con el
contexto y con la situación en la que se despliega esta acción, anticipando las
posibles interpretaciones del otro y cooperando con el interlocutor en la
construcción de una racionalidad común.
Por qué este tema Del análisis de la relación entre políticos
y técnicos en la intervención psicosocial surgen de inmediato varias preguntas:
¿por qué se plantea la relación entre política y acción psicológica en un libro
sobre la intervención social.', ¿es inimaginable hacerse esta pregunta en áreas
como la salud, la ingeniería o la arquitectura?, ¿cuál es la diferencia entre
plantearse esta pregunta en una o en otra área?, ¿por qué en esos campos no
parece tener sentido discutir ese tema y sí en el de la acción social? Algo
debe haber de especial, particular o problemático en el campo -o en las
relaciones en él establecidas entre los actores técnicos y los políticos- para
que tenga sentido formular esas preguntas. Aventuramos algunas respuestas
iniciales. Parece claro que, a diferencia de lo que sucede en los campos
mencionados, en la intervención psicosocial los papeles y las condiciones de
trabajo de cada parte -técnicos y políticos- no están del todo determinados ni
acotados. Asimismo, resulta evidente que la política social (o en plural, las
políticas sociales, como la influencia anglosajona ha puesto de moda) y la
intervención psicosocial (sobre todo si es entendida como Psicología
Comunitaria) tratan en forma bastante directa, aunque de maneras distintas y a
niveles bastante diferentes, con el poder.
La intervención social Antes de abordar la posibilidad de una
intervención psicosocial y las formas que puede tomar, debemos definir la
intervención social diferenciándola de la actuación psicológica
individualizada. Siguiendo a Sánchez-Vidal (1991) podemos entender la
intervención social como una interferencia intencionada para cambiar una
situación social que, siguiendo algún tipo de criterio, un actor social juzga
indeseable y, por ende, considera que debe ser modificada. Se trata, más
concretamente, de una acción externa, intencional y autorizada para transformar
(se supone que para mejor) el funcionamiento de algún "sistema
social" (grupo humano, institución, comunidad, etc.) que, por alguna
causa, interna o externa, ha perdido su capacidad habitual de regirse a sí
mismo y es incapaz de resolver sus propios problemas o alcanzar ciertas metas
vitales deseadas.
En conclusión, la postulación de la acción social como una
actuación "desde abajo" protagonizada por la comunidad o los
movimientos y grupos socialmente activos- frente a una intervención social que,
sin negar la posibilidad de participación de la gente, está dirigida
"desde arriba" por actores políticos y técnicos. Hay que dejar claro
también que esas formas o concepciones de la acción social no necesariamente
son excluyentes ni las diferencias entre ellas son siempre cualitativas sino,
con frecuencia, solo de grado, y que expresan, en todo caso, una diversidad que
no se debe negar.
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